Periodismo sin silencios ni censura

– Sí, estudio periodismo- respondo tajante al hombre que me pregunta asombrado por qué escogí una carrera que dice él, en Cuba no tiene campo.

– Porque a mí me gusta, y porque a través del periodismo, puedo llegar a las personas. Es mi manera de intentar cambiar mi pedacito de mundo- digo con cara de pocos amigos.

El periodismo no es una profesión fácil, ni en Cuba ni en el resto del mundo; porque lleva consigo, compromiso y entrega como las demás profesiones; pero también necesita una dosis de valentía para romper los silencios,las censuras, y los temores.

El periodismo, el de verdad, y no el que difama y destruye la imagen de un pueblo; sino el que educa, el que informa, el que critica para mejorar, para cambiar, para despertar en las personas el deseo de ser mejores; ese periodismo es el que se necesita en los tiempos actuales.

Por eso estudié periodismo, señor, pienso para mis adentros; porque me encanta escribir, y desde mis escritos, puedo lograr que se escuche la voz de un pueblo que a veces tiene miedo de decir, de hacer, de continuar.

No es una profesión perfecta. Está muy limitada por aquellos que tienen el poder de decidir lo que debe ser dicho y lo que no. Aquellos que a veces temen a la palabra por la huella que deja tras de sí.

En Cuba, el periodismo se torna cómplice del silencio, de la censura y de la autocensura. El periodismo es víctima del secretismo y la burocracia; pero aun así, es capaz de romper las barreras que lo limitan para adentrarse en esas venas sangrantes que las dificultades aprietan contra la sociedad, y que cuando se intentan ocultar, es como echarle sal a una herida que con silencios jamás será curada.

Hce poco tiempo, una colega, con la cual no comparto algunos criterios, dijo que el periodismo tiene que saber cuál es su justa medida y trabajar de acuerdo a la misma.

Y me pregunto: ¿cuál es la medida justa del periodismo? ¿Es acaso el periodismo revolucionario el que se queda en la superficie de los problemas y conflictos para no pasarse de la justa medida? No me parece. El periodismo revolucionario no conoce de medias tintas, ni de justas medidas. El periodismo revolucionario es decir y hacer; no cruzarse de brazos mientas se escribe de temas que carecen de importancia o interés; solo por temor a las represalias y castigos, o a la censura siempre culpable.

El periodismo revolucionario es sudar, reír, llorar y vivir en carne propia los problemas que afectan a todos. Es denunciar, con argumentos y fuentes válidas, todo lo que debe ser denunciado; en busca de un cambio, una mejora. Es no quedarse quieto ni inmóvil mientras todo se derrumba alrededor.

No somos más débiles porque hablemos de nuestros problemas, nuestros errores y sufrimientos; somos débiles si pretendemos actuar como si no existieran en espera de que algún día cambien solos como por arte de magia. Aprender de nuestas equivocaciones, reconocerlas y combatirlas, es lo único que nos hace fuerte como personas, profesionales y como país.

Pues sí, no me arrepiento de estudiar periodismo; pero sueño todos los días con que jamás me corten las alas, con que jamás censuren mis ideas, mis escritos, ni mi condición de periodista. Sueño con poder entregar mis palabras, mis ideas, y mis textos al servicio de mi pueblo; y con convertir mi profesión en una manera de aportar a la sociedad, las herramientas necesarias para salir adelante.

– Sí señor, estudio periodismo, no es la profesión mejor pagada ni la que cuenta con mayores libertades; pero es la que escogí y la que me ha hecho fuerte. Además, ese campo del que usted habla que no existe en Cuba para el periodismo, solo podemos cultivarlo nosotros mismos para hacer que florezca.

El pedacito de mundo que me corresponde no se quedará en silencio si de mí depende. Esta es mi lucha y la palabra es mi arma de combate; y mientras la razón esté de mi lado y las ganas de hacer y decir se tornen mayores, jamás temeré a la censura, la burocracia o el secretismo que pretenden intimidar al periodismo cubano;  no seré cómplice del silencio que obliga a callar cuando hay tanto que decir; y si en algún momento, me niegan la palabra tan sagrada para mí y me cortan las alas y lo sueños; solo entonces, me arrepentiré de haber estudiado periodismo.

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